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miércoles, 16 de julio de 2014

La luz zodiacal

En las noches oscuras, se puede apreciar tras el ocaso durante la primavera y poco antes del amanecer en otoño una luminosidad con forma vagamente triangular en el mismo plano de la eclíptica, en la zona donde se encuentran las constelaciones del Zodiaco y los planetas. También se le conoce con el nombre de falso amanecer.

Esta banda débil de luz se produce por la difracción de la luz solar al incidir en pequeñísimas partículas de polvo que orbitan al Sol y forman un disco de unos 600 millones de km (prácticamente llega a la órbita de Júpiter). Las diminutas partículas de polvo que forman este disco tienen un tamaño comprendido entre los 10 y 300 micrómetros (10-6m) y una masa que está en torno a los 150 microgramos. El origen de estas partículas está en los cometas que atraviesan el Sistema Solar interior, dejando un rastro a su paso a lo largo de los años. El viento solar las ha ido dispersando, con lo que se encuentran separadas varios kilómetros unas de otras.

Luz Zodiacal, Vía Láctea y el Grantecan en el Observatorio del Roque de los Muchachos. Espectacular imagen obra de Daniel López (El Cielo de Canarias)

martes, 12 de noviembre de 2013

Tunguska, 1908. Cuando el cielo golpea

El 30 de junio de 1908, acababa de amanecer (7:17 hora local) en una remota región boscosa de la vasta Siberia, cerca del río Podkámennaya Tunguska (Tunguska pedregoso), un afluente del río Yenisei. Los desprevenidos habitantes de la región estaban empezando a ocuparse de sus quehaceres diarios cuando de pronto una luz más brillante que el Sol rompe la tranquilidad del paraje.

Mapa con la localización del evento Tunguska, en una remota región de Siberia

Los testigos afirmaron que esa luz cegadora dejaba tras de sí una espesa columna de humo a medida que descendía oblicuamente atravesando la atmósfera. Súbitamente se produce una gigantesca explosión en el cielo y más de 2000 km2 de bosque quedan arrasados en segundos; cerca de 80 millones de árboles son calcinados y arrancados de cuajo en 40 kilómetros a la redonda por la abrasadora onda expansiva, derribados como si fueran palillos de dientes. Sus raíces quedan al aire, apuntando todas hacia el hipocentro de la explosión, siguiendo un patrón radial. Tal era la fuerza de la onda expansiva que derribó a animales y personas incluso a 400 km de distancia del lugar del impacto.

Esta fotografía tomada en 1929 muestra claramente la devastación ocurrida